En julio 2008 dirigí un Seminario en la
Universidad de Verano de la Gomera sobre el tema de las religiones y la paz, en el que participaron representantes de los tres monoteísmos principales, un político y periodistas, que tuvo cierta repercusión en distintos medios (por ejemplo,
webislam). De ese Seminario surgió un Foro para el diálogo interreligioso (
Foro Abrahám).
Teniendo en cuenta la actualidad del tema y la persecución de cristianos y otras minorías en distintas partes del mundo, y el mensaje profético del Papa para la Jornada Mundial de Oración por la Paz de este año, creo oportuno volver a proponer mis intervenciones en ese Seminario que considero siguen siendo vigentes, y un Manifiesto por la Libertad Religiosa como resumen actualizado de las conclusiones del mismo, que ojalá pueda servir para unir a hombre y mujeres de paz y como instrumento para aclarar nuestras ideas sobre temas tan fundamentales para nuestro futuro. Agradeceré mucho comentarios, sugerencias, críticas, adhesiones, etc. Pienso que es un manifiesto en el que podemos coincidir personas de distintas religiones, confesiones e ideologías que buscamos la paz.
Intervenciones en el Seminario
Hacia la paz desde los monoteísmos. Las religiones, ¿factor de paz o de guerra en nuestro mundo?
Universidad de Verano de la Gomera, edición 2008
Conferencia de Presentación del Seminario – Lunes 28 de julio
Este Seminario lleva el título “Hacia la paz desde los monoteísmos. Las religiones, ¿factor de paz o de guerra en nuestro mundo? En marzo de este año, Ignacio Sell Trujillo, director de esta Universidad de Verano, me pidió que propusiera un Seminario sobre las Religiones que encajara con la temática que se iba a tratar este año en el Aula de Verano. Después de pensarlo, se me ocurrió tratar el tema de la relación entre las religiones y la paz, tema de mucha actualidad, tema que nos preocupa a muchos y muy presente en la historia reciente de Occidente, y cuestión en la que creo nos jugamos mucho de nuestro futuro.
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Sede del Cabildo Insular
y del Seminario |
Aunque es un tema muy amplio, que se puede abordar desde distintas perspectivas, vamos a intentar aproximarnos a él de un modo en que podamos tratar las cuestiones principales que están implicadas y que nos ayude a pensar y poder sacar algunas conclusiones (como decía Norberto Bobbio, el problema no es creer o no creer, sino pensar o no pensar). Lo que proponemos en este Seminario, es un acercamiento a la cuestión, desde dos perspectivas: la religiosa y la política. Desde la religiosa, queremos ver cómo desde distintas religiones se entiende el concepto de paz, y, para ello, líderes de los principales monoteísmos nos hablaran hoy de su ideal de paz. Desde la perspectiva política queremos estudiar qué vías se pueden proponer para una convivencia pacífica entre personas de distintas religiones y creencias. Tendremos presente dos escenarios fundamentales donde esta cuestión es muy actual: el europeo, donde el tema se plantea en relación al laicismo, a la integración de los inmigrantes, a la construcción de Europa y la inclusión de países con distinta tradición religiosa como Turquía. El otro escenario fundamental es Medio Oriente.
Las religiones que vamos a tener en cuenta en este Seminario son los tres grandes monoteísmos: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Los tres hacen referencia a un mismo origen, a Abrahán, los tres hacen referencia a un Ser Supremo, creador de todo lo que existe, y los tres hacen referencia a un libro en el que se encuentra la revelación que el Altísimo hace de sí mismo. Pero junto a estas similitudes hay muchas diferencias, y muchos se preguntan si no son más las diferencias que las similitudes. Hasta muchos se preguntan si la idea que tienen los tres monoteísmos del Ser supremo es parecida y reconciliable una con otra.
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Ponentes del Seminario. De izquierda a derecha: Jacobo
Israel; José María Serrano, Umberto de Giovannangeli,
Saif E. I. Ben Abdennour, Victoria Martín |
Según la mayoría de las estadísticas que tratan el tema de las religiones en nuestro mundo, se señala que cerca del 33% de la población mundial se considera cristiana, un 21% musulmana y un 0,22% como judía. 16% de la población mundial se define como no-religiosa. Como vemos, el cristianismo y el Islam corresponden a más del 50% de la población mundial. Es verdad que después, considerando los datos con más detalle, nos damos cuenta que dentro de cada categoría hay muchas diferencias, y no todos estaríamos de acuerdo con las denominaciones que se colocan dentro de cualquiera de ellas. Por ejemplo, dentro del cristianismo, se indican creencias, como la de los Testigos de Jehová, que muchos de nosotros no consideraríamos cristianas al negar la divinidad de Cristo.
A modo de introducción a este Seminario, quiero formular algunas preguntas que nos pueden ayudar a tener presente las cuestiones fundamentales que hoy se debaten, a las que, en mi intervención de mañana intentaré contestar desde mi punto de vista.
Algunas de estas preguntas están relacionadas con el tema del laicismo del que hoy en nuestro país se habla mucho. En este contexto nos podríamos preguntar:
· ¿Se puede distinguir, como hacen algunos autores, entre laicidad como separación entre Iglesia y Estado y laicismo como ideología que se impone desde el poder político y que implica reducir lo religioso a la esfera privada y que, además, se considera la única voz de la racionalidad?
· ¿Existen distintos modelos de laicidad y con distintos fundamentos filosóficos? Por ejemplo, ¿una laicidad a la francesa y otra anglosajón?
· ¿Tenemos que considerar la libertad religiosa como un derecho fundamental del ser humano que se debe admitir sin restricciones?
· ¿Qué límites tiene la libertad religiosa? Por ejemplo, en relación a la educación religiosa en los colegios, al velo de las mujeres, a la poligamia, a los símbolos religiosos en espacios públicos, a la intervención de los líderes religiosos en cuestiones políticas, etc.?
· La laicidad, ¿se fundamenta mejor en el relativismo que afirma que no hay verdad absoluta o que ésta no es cognoscible, o es compatible también con una creencia de que hay una verdad objetiva que moralmente se debe conocer y acatar?
· ¿La creencia en una verdad objetiva válida para todos como afirman tener las distintas religiones es compatible con la democracia y la tolerancia?
Otras preguntas están más relacionadas con las distintas tradiciones religiosas y la relación entre ellas, como:
· ¿Qué relación existe entre la laicidad y el cristianismo? ¿Nace la laicidad en un contexto cristiano? ¿Se fundamenta en la visión cristiana? ¿Por qué fue combatida por la Iglesia?
· El Islam mayoritariamente, ¿acepta o es capaz de aceptar la separación Iglesia –Estado o contradice esto sus enseñanzas fundamentales?
· ¿Son más las diferencias o las similitudes entre los tres grandes monoteísmos?
· ¿Es el mismo Dios el de las religiones monoteístas? Para los cristianos Dios es Padre, para los judíos es el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob que ha hecho una alianza con su pueblo elegido que se fundamenta en la Torá, para en el Islam tiene 99 nombre y pide sumisión.
Y otro tipo de preguntas tiene que ver con la búsqueda de la paz:
· ¿Lo que aconteció el 11/9/2001 con el ataque a las torres gemelas, ¿se puede entender sólo a partir del factor religioso, o éste no es tan importante y es reducible a otros factores como el económico, etc.?
· ¿La mejor forma de llegar a una convivencia pacífica es fomentar el proceso de secularización como única base para el laicismo y una democracia solida?
· ¿Se puede decir que hoy existe un conflicto entre civilizaciones?
· Aunque dentro del Islam son una minoría los que tienen una concepción belicista de la jihad, ¿no es verdad que esta minoría tiene muchos simpatizantes y poca oposición?
· ¿Qué se puede hacer para que no prevalezca dentro del Islam esta interpretación violenta y anti-occidental de la jihad?
· ¿Es verdad que el Islam tiene que enfrentarse con las conquistas del Iluminismo y acatar lo bueno que tiene – pluralismo social, tolerancia religiosa, sociedad civil- sin perder su identidad? ¿Lo puede hacer? ¿Hay una afinidad natural entre el Islam y los regímenes autoritarios o esto es producto de la historia de los dos últimos siglos?
· ¿Qué actitud tenemos que tener ante la inmigración: la del multiculturalismo o la de la asimilación?
Conferencia de Conclusión del Seminario – Martes 29 de julio: Las vías de la paz
Estimados amigos:
Después de haber oído a los líderes religiosos y lo que nos han dicho sobre la paz desde las perspectiva de sus religiones y, también, lo que han afirmado los periodistas sobre las posibilidades de llegar a una convivencia pacífica en nuestras sociedades, en Europa y Oriente Medio, entre personas con distintas religiones y creencias, quiero como conclusión señalar algunas ideas, desde mi perspectiva, como respuesta a las preguntas que formulaba ayer. Después tendremos la posibilidad de abrir un debate entre todos los que estamos aquí hoy.
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Isla de la Gomera |
Una primera cuestión es lo que pueden aportar las distintas religiones a la paz en nuestro mundo. Muchas veces parece que la religión, más que ayudar a una convivencia pacífica, ha sido y es motivo de enfrentamiento. Esto creo que tiene lugar cuando una determinada religión se siente atacada o puesta en cuestión y empiezan a surgir grupos dentro de esa religión que sostienen creencias distorsionadas como un fideísmo que no deja espacio a la razón y que llega a una idea de Dios como ser arbitrario y caprichoso que puede exigir cosas contra la dignidad del ser humano; también una idea maniquea de la sociedad que divide a las personas entre buenas y males, fieles e infieles; también a veces se confunde el error con el errante, como diría Juan XXIII, y se pretende luchar por la verdad eliminando al errante. Las personas religiosas que creemos que nuestra adhesión a Dios es el fundamento de nuestra existencia, tenemos que aprender a evitar estos extremos, sometiendo nuestra fe y nuestra moral a la crítica de la razón; una razón no ideologizada, sino abierta al misterio.
Por otro lado, creo que las religiones tienen algo muy positivo que aportar a la construcción de un mundo más pacífico. Si es verdad lo que ha dicho Benedicto XVI y otros líderes religiosos, que “la paz es fruto de estructuras justas, pero también de la transformación interior del hombre”, este es un ámbito propio de actuación de las religiones. El ayudar a los hombres a superar su egoísmo, sus rencores, y a perdonar, a parecerse a Dios, compasivo y misericordioso, a superar su inautenticidad, a ser mejores personas, es una aportación fundamental en la construcción de un mundo más justo y pacífico.
Una segunda cuestión que creo fundamental, que ha sido propuesta con mucha claridad por el Papa Benedicto XVI en su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona en septiembre 2006, es la relación entre fe y razón. Para el Papa la aportación de la cultura griega a la revelación de Dios, que en un principio se sitúa en un contexto cultural semita, no es una contaminación, sino algo que forma parte de la revelación cristiana misma, que ya empieza con la traducción del Antiguo Testamento al griego llamada de los LXX, y que se manifiesta claramente en el Nuevo Testamento, como en el prólogo de San Juan, donde parafraseando el comienzo del libro del Génesis, se dice que “en principio era el logos, y el logos estaba junto a Dios, y el logos era Dios”. Este logos, que a veces se traduce como ‘palabra’, pero que incluye semánticamente la idea de razón, nos viene a decir que no puede haber contradicción entre Dios y la razón, ‘ir contra la razón es ir contra la naturaleza de Dios’.
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Menorah en el arco de Tito en Roma |
Es verdad que la palabra razón puede tener distintos significados. Hay una tendencia en nuestra cultura a identificar la razón con la razón del método científico que prescinde de Dios y que se considera paradigmática y, a veces, la única posible. Esto lleva a reducir la religión a algo subjetivo, con frecuencia a algo sentimental y no objetivo. Esta razón ideologizada no es compatible con la fe. Pero un concepto amplio de razón, que incluye la aproximación científica pero que también está abierta al misterio, es necesario para la vida del creyente. El creyente tiene que ir siempre purificando su fe, liberándola de cosas extrañas que la distorsionan, y uno de los caminos es someterla a la crítica de la razón para no caer en un fideísmo ciego que puede llegar a ir contra el bien del hombre.
Otra cuestión importante en la construcción de un futuro de paz para el mundo es que las religiones, cada una por su camino, vaya aceptando e integrando las verdaderas conquistas de la Ilustración; entre ellas, ‘los derechos del hombre, y especialmente la libertad de la fe y de su ejercicio, reconociendo en ellas elementos esenciales también para la autenticidad de la religión’. Esto ha sido para la Iglesia un camino largo y difícil que llegó a soluciones concretas sólo en el Concilio Vaticano II con su declaración sobre la libertad religiosa y su enseñanza acerca de la justa autonomía de las realidades mundanas. Ayer decía el Sr. Saif que el Islam tiene que encontrar su propio camino y que no tiene por qué ser el del cristianismo, pero creo que es fundamental que algunos logros de la razón humana universal, por los caminos que sean, sean aceptados por todos; entre éstos también hay que incluir la separación Iglesia-Estado, o sociedad civil-institución religiosa. Quizás tenemos todos que aprender a vivir nuestra fe en una sociedad pluralista, que ofrece a todos la posibilidad de una fe libre y adulta.
La aceptación de la conquistas de la Ilustración, no significa una aceptación acrítica de ella. Los creyentes no podemos aceptar 'una dictadura de la razón positivista que excluye a Dios de la vida de la comunidad y de los ordenamientos públicos, privando así al hombre de sus criterios específicos de medida’. Una razón secularizada, que se cierra a la cuestión de Dios, no es capaz de entrar en un verdadero diálogo con las religiones y acaba por llevar a un enfrentamiento de las culturas. En este contexto se sitúa también el tema de la libertad religiosa. Hoy existen dos formas de entenderla. Una que tiene su fundamento filosófico en el relativismo, que afirma que no hay una verdad objetiva válida para todos o que ésta no se puede conocer por los límites de la razón humana, y por eso el ámbito de las creencias es algo subjetivo de cada uno en el que no se debe intervenir desde afuera. Esta forma de entender la libertad religiosa no es aceptable para el creyente. El creyente tiene la certeza - aunque en la oscuridad y la humildad de la verdadera fe - de conocer la verdad y una verdad que vale para todos. La libertad religiosa como la entiende el creyente, es la libertad religiosa que nace del respeto por la dignidad del hombre y su libertad y por la idea que el acto de fe es libre y no puede ser impuesto. Como escuchábamos ayer en la cita del Corán: “No cabe coerción en religión”. No se puede forzar a otros a creer. Esta forma de entender la libertad religiosa fomenta la convivencia pacífica, el diálogo sincero entre las religiones y con los no creyentes y también el justo proselitismo o acción misionera que tienen algunas confesiones religiosas. Sobre los términos laico, laicismo, laicidad podemos hablar mucho. En principio son términos que nacen dentro de un ámbito religioso pero que después han pasado a ser utilizados fuera de este ámbito con un sentido diferente. Dependiendo de quien los utilice pueden significar cosas distintas, desde autonomía respecto a lo religioso o a la institución religiosa a rechazo, separación absoluta, o enfrentamiento con lo religioso. Hay un laicismo que creo todos debemos aceptar, que es el de la justa autonomía del orden social y político de la institución religiosa. Pero un laicismo beligerante que intenta reducir la importancia y la dimensión social de los religioso, que pretende quitar fuerza también moral a la institución religiosa, que considera lo religioso como contrario al progreso no tenemos por qué aceptarlo. No es necesario aceptarlo para vivir como ciudadanos pacíficos dentro de una sociedad pluralista y democrática. Muchas veces en algunas afirmaciones sobre el laicismo lo que se percibe es un rechazo, cuando no un odio a todo lo religioso, que se considera contrario al progreso de la humanidad.
Ayer hablábamos de la cuestión de la identidad: ¿Qué significa ser europeo? ¿Ser español? Se decía que habría que buscar a definición de la identidad que prescindiera en principio de la religión, aunque añadió con mucha sabiduría Jacobo Isreal, que esta identidad debe respetar la tradición cultural del pueblo a que hace referencia. Para los creyentes, la religión no es un añadido más a la persona humana, algo secundario de lo que se puede prescindir, sino es una dimensión fundamental de su mismo ser. Habría que buscar una definición de la identidad, que aunque explícitamente no haga mención del aspecto religioso, visto que nos encaminamos a sociedades siempre más plurales, no hiera la sensibilidad de muchos para los que la religión es algo esencial en sus vidas. Nuestras sociedades, sobre toda en Europa, aunque en España quizás con algo más de retraso respecto a otros países, están cambiando mucho con la llegada de personas de otras tradiciones religiosas. Nos preguntamos cómo integrar a estas personas en nuestra sociedad. Algunas de sus tradiciones chocan a veces con nuestras costumbres, otras veces parece que chocan con algo más fundamental, algo que para nosotros forma parte de los derechos fundamentales del ser humano, como es el caso de algunas cosas que tienen que ver con la dignidad de la mujer. Creo que la solución pasa por una convivencia respetuosa en la que se respetan las leyes que esa sociedad se ha dado en razón de su tradición cultural y que sean justas y acordes a los derechos fundamentales del hombre. Mi opinión personal es que Europa no debe permitir que se pongan en cuestión o no se respeten en su territorio normas básicas de convivencia que nos hemos dado y que han sido fruto de un largo y laborioso proceso. Quería terminar hablando de un tema hoy muy actual como es el de la jihad. Es verdad que a veces personas religiosas, aunque quizás manipuladas también por los políticos, pueden llegar a pensar que es un deber moral suyo conseguir por cualquier medio la sumisión de todos los otros al Islam. Pero esto se puede dar también en el cristianismo y se ha dado o en otras tradiciones religiosas. La forma de evitar esto no es fomentar un proceso de secularización agresivo que intente eliminar la significación social de la religión en el mundo. Esto lleva a todo lo contrario. La forma de evitar esto es a través del respeto y conocimiento mutuo, de la creación de estructuras sociales justas y de potenciar la educación y formación de las personas. Hay guerras relacionadas con la religión no porque hay mucha religión, sino porque hay poca religión y mal entendida y vivida.
MANIFIESTO POR LA LIBERTAD RELIGIOSA
1. Entendemos por libertad religiosa el derecho de toda persona a vivir, expresar y cambiar su fe o religión sin ser coaccionado externamente, directa o indirectamente. Consideramos la religión como una dimensión fundamental del ser humano que lo enriquece y que contribuye al progreso social; sin embargo, entendemos y respetamos las personas que no comparten esta opinión. También creemos que razón y religión deben ir unidas e iluminarse mutuamente; sin embargo, esto no significa la sumisión de una a la otra, en contra del fideísmo fanático o del racionalismo laicista.
2. El derecho a la libertad religiosa radica en la dignidad misma del ser humano y es un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948, junto con el derecho a la libertad de conciencia y de pensamiento. Este derecho no implica que no se deba buscar la verdad y una vez conocida adherirse a ella, ya que a esto obliga la propia conciencia, sino que ningún agente externo puede obligar a otro por cualquier medio a acatar una fe religiosa o creencia.
3. El derecho a la libertad religiosa, como también reconoce la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, supone el derecho a manifestar la propia religión o creencia, “individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. Es decir, la religión no es sólo un asunto privado, sino también se expresa socialmente y tiene derecho a hacerlo en la medida que no vaya contra otros derechos fundamentales.
4. Por coacción externa hay que entender cualquier procedimiento, violento o no, a través del cual, individuos o instituciones, intentan imponer su religión o ideología a otros, procedimientos que pueden ir desde la amenaza directa a la integridad física de las personas a la pérdida de derechos civiles, discriminación social, manipulación de los medios de comunicación, etc.
5. El derecho a la libertad religiosa implica el reconocimiento del derecho de las personas a ser, declararse y vivir también como no creyentes o agnósticos. El derecho a la libertad religiosa no es incompatible con una ideología relativista que supone que el hombre no puede conocer plenamente la verdad y que todas las religiones son igual de válidas como aproximaciones a ella, a no ser que se quiera imponer esta forma de pensar a los demás como la única válida, y la única que garantiza la libertad religiosa y salvaguarda contra el fanatismo.
6. El derecho a la libertad religioso no es incompatible con el hecho de que en un país o región, por la historia de su civilización, prevalezca una determinada religión y que ésta se expresa socialmente en monumentos, festividades civiles, signos religiosos, etc. y/o que esté ligada al poder político de ese lugar. A ninguna persona religiosa ofende los signos de otra religión y reconoce y valora la tradición religiosa que ha marcado la historia de un país, aunque sea distinta de la suya. Aunque en principio el derecho a la libertad religiosa no es incompatible con Estados en los que no haya una clara distinción entre el poder político y religioso, en tanto en cuanto se respete este derecho del individuo y de los grupos, sí consideramos el Estado laico como el más apropiado para salvaguardar este derecho. Estado laico que no laicista, es decir no un Estado que intente imponer una ‘religión de Estado’ a todos.
7. El ejercicio del derecho a la libertad religiosa queda limitado por otros derechos fundamentales reconocidos también universalmente, como son el de la igual dignidad del hombre y la mujer y el de la igualdad de todos los hombres contra todo tipo de sumisión o esclavitud.
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