Hace justo hoy un año que fallecía Fernando, niño de dieciséis años con parálisis cerebral, hijo de un matrimonio muy comprometido de mi parroquia. Poco antes de su muerte, había ido a cenar a casa de sus padres, Fernando y Paloma, y me contaron de su hijo, de lo bien que había ido el embarazo y de la lesión cerebral que se produjo en el momento de su nacimiento, quizás por negligencia médica, pero que ellos no quisieron investigar. Me contaron lo importante que era Fernandito para ellos, de cómo sus vidas giraban alrededor de él, y de lo mucho que lo querían y estaban pendientes de él también el hermano y la hermana. Para todos ellos era un gran regalo de Dios, y cada nuevo día pasado con él era un don más, ya que sabían que no estaba destinado a vivir mucho tiempo.
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Pero al principio no fue así. Les costó mucho aceptar la realidad y la historia que Dios hacía con su familia, hasta que un jesuita conocido de ellos, que tenía también un hermano en las mismas condiciones, les señaló un texto de un escritor que cambió su forma de ver las cosas. Este religioso joven actuó como un verdadero ángel, como alguien que pasa por nuestras vidas y después desaparece, dejándonos un mensaje de parte de Dios, un mensaje que nos ayuda a ver las cosas de un modo nuevo, como las ve Dios, y a vivirlas. El texto que les señaló este jesuita está sacado de una novela de Morris West titulada Los bufones de Dios (The Clowns of God). Es un texto relacionado con una niña mongólica que aparece en el libro sin ser el personaje principal, ni formar parte de la trama central de la novela que, en cambio, trata de un Papa, Gregorio XVII, que tiene una visión del apocalipsis que se avecina, y que tiene que huir al ser perseguido por la curia romana a causa de ella.
Es curioso como un texto relativamente corto, que no es central en la trama de un libro, y de un libro que tampoco es el mejor de Morris West, tenga tanta fuerza y haya podido ayudar a tantas personas. ¡Es el poder creador de la escritura que escapa muchas veces al mismo autor!
Quiero proponer a los lectores de este blog este texto, que ha sido tan significativo en la vida de Fernando y Paloma, y como he descubierto después, también en la vida de otras personas que tienen o han tenido ‘niños especiales’, que son verdaderos signos del amor, de la predilección y del poder de Dios. Pongo aquí el texto en la versión original inglesa de este autor australiano, y después en una traducción al castellano. Comentaré seguidamente algo desde una perspectiva teológica, que es la mía, para terminar indicando otros testimonios relacionados con este mismo texto que se pueden encontrar en Internet.
I know what are you thinking.
You need a sign.
What better one could I give than to make this little one whole and new?
I could do it; but I will not.
I am the Lord and not a conjurer.
I gave this mite a gift I denied to all of you
ETERNAL INNOCENCE.
To you she looks imperfect but to me she is flawless,
like the bud that dies unopened,
or the fledglings that fall from the nest to be devoured by ants.
She never offended me, as all of you have done.
She never perverted the work of My Father hands.
She is necessary to you.
She will evoke the kindness that will prompt you to gratitude for your own good fortune... more...
she will remind you every day that I am who I am, that My ways are not yours,
and the smallest dust mite whirled in darkest space does not fall out of my hand.
I have chosen you. You have not chosen me.
This little one is my sign to you.
TREASURE HER.
Sé lo que estás pensando.
Necesitas una señal.
¿Y cuál mejor podría darte que hacer a esa pequeña nueva y sana?
Podría hacerlo; pero no lo haré.
Yo soy el Señor y no un brujo.
Le di a esa nena un regalo que negué a todos vosotros
LA ETERNA INOCENCIA.
A vosotros os parece imperfecta, pero para mí es inmaculada,
como el capullo que muere sin abrir
o el pajarillo que cae del nido para ser devorado por las hormigas.
Ella nunca me ha ofendido como habéis hecho vosotros.
Nunca ha pervertido la obra de mi Padre.
Ella es necesaria para ti.
Te evocará la ternura que te inspirará la gratitud por tu buena suerte... más aún
Te recordará cada día que Yo soy el que soy, que mis caminos no son los tuyos,
y que ni la más pequeña mota de polvo que revolotea en el espacio cae fuera de mi mano...
Yo te he elegido. Tú no me has elegido a mí.
Esta pequeña es mi señal para ti.
GUÁRDALA COMO UN TESORO.
Hay seis temas teológicos fundamentales que aparecen en este texto, que creo son los que le dan su fuerza y nos iluminan sobre Dios y su forma de actuar en el mundo. Los comento brevemente a continuación.
Enrique Villaseñor: Parálisis cerebral. Quiero decirte. |
1. Señales de Dios: La mayoría de las señales que nos suele dar Dios en nuestra vida son paradójicas, forzándonos a salir de nuestros esquemas y de la forma de pensar del ‘mundo’. Son señales que chocan con la idea que tenemos de su omnipotencia y de lo que es bueno y malo para nosotros. De hecho, la señal más importante que nos ha dado Dios a toda la humanidad es la cruz de Jesús, que es signo para el creyente de amor, fuerza y predilección, mientras que para el no creyente es un escándalo y no la acepta. La cruz es la clave hermenéutica para interpretar, entender y contrastar todos los demás signos. Es indudable que hay algo muy profundo que acomuna los niños ‘especiales’ con la cruz del Señor.
2. Dios es Dios y no un brujo: Con frecuencia tenemos una idea infantil de Dios como si fuera un mago, a nuestra disposición para hacer milagros y cambiar lo que no nos gusta, enfadándonos cuando parece que no nos hace caso. Una y otra vez en la vida tenemos que aprender que Dios es Dios, que somos nosotros los que tenemos que hacer su voluntad y no Él la nuestra, que sus caminos no son los nuestros.
3. Inocencia: Los niños ‘especiales’, como todas las personas que carecen o tienen muy limitada su capacidad cognitiva y volitiva, al no poder hacer actos plenamente conscientes y libres, son incapaces de pecar. Son inocentes, a diferencia de nosotros. Hacen presente a Jesús, cordero sin mancha que cargó con nuestros pecados. Son unos signos muy elocuentes del único verdaderamente Puro.
4. Ella es necesaria para ti: Las personas que el Señor nos pone al lado en nuestra vida, sobre todo las que necesitan de nuestros cuidados, están ahí no por casualidad, sino porque forman parte de la historia que Dios hace con nosotros, están ahí para nuestra santificación y salvación. Nos salvamos y nos unimos al Señor a través de ellas y no al margen de ellas. Atenderlas y vivir con ellas nos hace mejores personas.
5. Haber sido elegidos: Es difícil decir si Dios elige a los mejores o hace mejores a los que elige, pero es cierto que muchas familias que han tenido niños ‘especiales’, se han sentido y se sienten elegidas por Dios, amadas con amor de predilección y creo que esto es verdad. La vida tan humanamente rica que yo noto en estas familias, la de Fernando y Paloma, pero también otras que he conocido a lo largo de mi vida, me han convencido de ello.
6. Guárdala como un tesoro: Toda persona pertenece a Dios, pero sobre todo los inocentes y los niños ‘especiales’. Los padres no son dueños de sus hijos, éstos no les pertenecen, ellos son meros administradores de algo que es propiedad de Otro. Se les ha confiado un tesoro de valor incalculable y su tarea es hacer que reluzca todo lo posible, que realice todas sus potencialidades, cuidándolo con el mayor esmero. Esto vale de una forma muy especial para estos niños.
Otros testimonios:
(Este post sale publicado con algunas modificaciones y mejoras en mi libro La buena noticia del matrimonio y la familia y por tanto está sujeto al copyright que establece la editorial)
II
ResponderEliminarUna pena añadida, no fue bautizado, no dio tiempo aunque en el fondo de mi corazón sabía del amor de Dios por mi niño.
'Le di a a tu hijo un regalo que negué a todos vosotros. LA ETERNA INOCENCIA.'
En el funeral de mi pequeño, unas palabras de consuelo. 'Dios escoge las flores mas bellas del jardín para que nada ni nadie pueda arrancarlas, estropear su aroma ni su vestidura'
'A vosotros os parece muerto, pero para mí es inmaculado,como el capullo que muere sin abrir, o el pajarillo que cae del nido para ser devorado por las hormigas.'
'Él nunca me ha ofendido como habéis hecho vosotros. Nunca ha pervertido la obra de mi Padre.'
Recuerdo que explicaba a sus hermanos de 3 y 5 años que 'era un sortudo, estaba con Dios sin tener que estudiar ni trabajar ni sufrir' Ellos lo repetían una y otra vez.
'Él es necesario para ti.' ¡Cuánta razón!, ¡cómo me cambió la vida, el orden de los valores, mi fe, mi amor, mi entrega!, ¡cómo continúa cambiándome, ayudándome en cada pasisto de mi conversión!
'Te evocará la ternura que te inspirará' (y te guiará hacia él, hacia Mí), 'la gratitud por tu buena suerte...'(por haberlo podido abrazar, conocer y llevarlo en mi corazón toda la vida sin preocupaciones terrenales) 'más aún, te recordará cada día que Yo soy el que soy, que mis caminos no son los tuyos' (ni mis planes los tuyos y que si trato de cambiarlos me equivoco una y otra vez), 'y que ni la más pequeña mota de polvo que revolotea en el espacio cae fuera de mi mano...' (Lo sé Señor, me lo muestras cada día, cada momento, ¡Te quiero, Abbá!)
'Yo te he elegido. Tú no me has elegido a mí.' (Y no soy capaz de expresar mi agradecimiento por ello, sólo Tú conoces mi corazón, Tú lo sabes todo de mí)
Este pequeño ES mi señal para ti. GUÁRDALO COMO UN TESORO.(Sabes que así lo guardo, así lo amo, así lo recuerdo, así soy capaz de vivir cada día, aunque en el dolor y la amargura por no verlo crecer, con la seguridad de que está conmigo, de que está contigo y con Madre, que me acompaña cada instante y que es él quien me cuida y me guía hacia ti y no deja que cuando tropiezo no me levante, cuando me desvío me avisa y corrige mis pasos llevándome de la mano hacia tí).
Los niños 'especiales', (he convivido con muchos en mi trabajo y su inocencia es única, su amor puro y sincero, su concepción de la vida diferente, son vitales, alegres.., no hay calificativos para ellos), los niños no nacidos por problemas en el embarazo, los no nacidos por nuestra propia ignorancia (abortos provocados con la más absoluta crueldad)
los niños fallecidos por enfermedad o accidente antes de 'pervertirse en este mundo' son todos ellos un regalo de Dios para quien tiene la oportunidad de convivir con ellos, muestra la predilección de Dios por 'los pequeños', su amor y su poder frente a nuestra nada. Son también sigono del amor de Dios para quienes vivimos y sufrimos por ellos y con los que morimos a veces un poco, otras veces un mucho a nosotros mismos.
En su momento hablaban de 'los renglones torcidos de Dios', pero se equivocaban, son los renglones mas rectos, puros, inocentes y verdaderos de Dios.
Sé que es difícil, pero si pudes entenderlo, conocerás un poco más a Dios, no a un Dios 'perverso' que se lleva a los inocentes, sino a un Dios del amor que los rescata para protegerlos y evitarles un sufrimiento que no les corresponde después de realizar su misión entre nosotros.
I
ResponderEliminarNo sin cierto reparo, me atrevo a cambiar unas palabras de este texto y añadir algunos comentarios. No lo había leído hasta hoy, pero lo vivo desde.., hará 19 años el 21 de mayo.
Entre problemas económicos, laborales, familiares, no del núcleo familiar, sino del resto de la familia, crecía en mi seno mi pequeño. La vida que crecía dentro de mí y las tareas con los niños en casa, ajenos a la situación y los problemas con que lidiábamos su padre y yo, me daba la fuerza y el amor suficiente para seguir luchando.
Recuerdo que cuando dejaba a los niños en el 'cole' volvía escuchando siempre una canción que decía: 'tú eres la flor más bella en medio de un campo de espinos'. Y la cantaba y sentía como mi pequeño cantaba conmigo y se acurrucaba en mi seno, intercambiando ese amor que existe entre una madre y su bebé desde el momento de la concepción.
Nació mi pequeño, 'un niño muy vivo y muy sano' dijo el neonatólogo. Por un momento la tensión familiar desapareció, mi pequeño puso unos momentos de paz. Poco después se enfrentaron delante del niño y, esa noche, murió. 'De muerte súbita' -dijeron los médicos, de pena - pensé yo.
'Sé lo que estás pensando.
Necesitas una señal.'
No Señor, ya me la has dado. Cuando mi hijo mayor estaba muy enfermo, moriría en unas horas con tan sólo 15 meses, en ese momento de desesperación cuando los médicos te lo dicen, entre no sé que pastillas que me dieron y esfínteres descontrolados, bajé a la capilla, le pedí al Señor que no se llevara este hijo mío, que me diera otro, que se lo ofrecía, pero que no se llevara a éste, el primer hijo, sobrino, nieto, biznieto de toda la familia. Aunque lo parezca, no hay rencor en estas palabras, hay reconocimiento de una petición desgarrada, 'un grito inefable del espíritu' que no sabes de donde sale, y que es atendida.
'¿Y cuál mejor podría darte que a tu hijo, a quien tú me pediste?'
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, yo se lo pedí así.
'Podría volverlo a la vida, podría volver atrás; pero no lo haré.
Yo soy el Señor y no un brujo.'
No te lo pediré Señor, el sentimiento de culpa me acompañó mucho tiempo, aún a veces aflora, pero no hubo rencor, dolor, sufrimiento, angustia, desconsuelo, pero a la vez un acercamiento a Dios, una mayor firmeza en la fe, una mayor humildad y entrega más sincera.