Homilía 6 de enero 2012
Solemnidad de la Epifanía de la Señor
Catedral de Colonia (Alemania) |
Hace unos meses hemos vivido aquí en Madrid — y de forma muy intensa en nuestra parroquia — un acontecimiento eclesial de mucha importancia, un acontecimiento de la Iglesia universal en el que nuestra Iglesia de Madrid ha sido la diócesis de acogida, un acontecimiento en el que muchas personas se encontraron con el Señor, algunos por primera vez, otro de una forma más intensa, acontecimiento en el que también muchos han descubierto un rostro nuevo de la Iglesia, un rostro joven alegre y comprometido, distinto al que suelen presentar los medios de comunicación social. El acontecimiento al que me refiero es la Jornada Mundial de la Juventud. Como dijo Benedicto XVI a los periodistas en el avión que lo traía a España, la Jornada Mundial de la Juventud es una creación del Beato Juan Pablo II, una iniciativa surgida de una ‘verdadera inspiración’ que ha dado mucho mucho fruto en la Iglesia y en el mundo.
La primera Jornada Mundial de la Juventud que presidió el actual Papa Benedicto XVI fue la que se celebró en su tierra natal, en Colonia. En la bellísima Catedral de esta ciudad a orillas del río Rin, según la tradición, en un famoso relicario, colocado detrás y encima del altar mayor, se conservan los restos de los tres reyes magos de los que habla el evangelio de hoy. Estas reliquias llegadas desde Milán en el siglo XII atrajeron a muchos peregrinos a Colonia, llamada la ‘Roma del norte’.
Relicario de los Tres Reyes Magos |
Yo tuve la gracia de poder participar en esa inolvidable Jornada de Colonia acompañado por un pequeño grupo de jóvenes de la parroquia. Al ser pocos, se nos unieron otros jóvenes que venían por su cuenta, llamados ‘independientes', que se habían apuntado individualmente y no como grupo. Resultó ser una experiencia intensísima de compartir nuestra fe, inquietudes y búsquedas; una experiencia tan intensa que la amistad que surgió en esos días de agosto de 2005 sigue existiendo todavía y es para cada uno de nosotros referencia de lo que es una verdadera amistad y una verdadera comunidad y consuelo en los momentos difíciles.
Uno de los mensajes que recibimos en esa Jornada de Colonia y que nos llegó al corazón está tomado del final del evangelio de hoy. Se dice que los magos “se marcharon a su tierra por otro camino”. Cuando en nuestra vida acontece un encuentro real con el Señor ya no podemos ser los mismos de antes, ya no podemos volver a nuestra vida y nuestro lugar anterior del mismo modo que hemos venido. Ya todo es nuevo. Ya estamos llamados a dar testimonio de ese misterio que nos ha sido revelado, ese Emanuel, el Dios-con-nosotros con el que nos hemos encontrado.
XX Jornada Mundial de la Juventud Colonia 2005 |
Los magos que vienen de Oriente, esos hombres sabios, representan a todos los auténticos buscadores de la verdad de todos los tiempos, que por distintos caminos llegan hasta ella y se postran en adoración. El recorrido que ellos hacen hasta el humilde pueblo de Belén es parecido al que han hecho muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia. Vieron aparecer una estrella y se pusieron en camino. No se quedan en su lugar seguro y cómodo, asumen el riesgo de buscar, de salir. Es una estrella que les da la señal para que se pongan en camino, estrella que puede representar cualquier signo que nos impulsa a buscar y nos señala una posible dirección. Para los magos, si interpretamos el relato evangélico como histórico, podía estar relacionado con la astrología, un saber muy venerado entre los antiguos por lo maravilloso que son los astros y sus movimientos. Sin embargo, este es un saber imperfecto, con una idea determinista del destino. Muchas veces los signos que nos hacen llegar a la verdad no son del todo correctos; muchas veces llegamos a ella a través de caminos tortuosos. Cristóbal Colón descubrió las indias occidentales queriendo llegar a las orientales. Sin embargo, la tierra que descubrió era real e iba a ser el nuevo mundo que abría los horizontes de la Europa de entonces. No obstante, aún partiendo de sus conocimientos y saberes, y después de haberse puesto valientemente y confiadamente en camino, los magos tienen que escuchar lo que dice la revelación bíblica, su ciencia no basta, tienen que consultar las profecías del pueblo elegido. Como dice Jesús a la samaritana, la ‘salvación viene de los judíos’ y el Antiguo Testamento es referencia obligada para todos los pueblos y es válido para todos. Son las Escrituras las que nos llevan al encuentro con el Salvador.
Al llegar a la casa y entrar ven al niño con María, su madre, caen de rodillas y le adoran. Esta es la actitud ante Dios que se manifiesta, ante la epifanía del Señor: adorar. Bien conocen los orientales esta actitud de proskynesis, de postrarse en adoración. Actitud que se reserva a Dios, al Señor de los señores, como Jesús dice al demonio en el relato de las tentaciones: “Al Señor, tu Dios, adorarás, y a Él solo darás culto”.
Catedral de Colonia durante la JMJ 2005 |
Nuestro camino hacia la verdad llega a su término cuando caemos de rodillas y adoramos al Señor que se manifiesta. Muchas veces Benedicto XVI ha repetido que la verdad no es una idea, un concepto, una ideología, sino una Persona, es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Cuando la verdad se nos revela, se manifiesta, no nos queda otras cosa que caer de rodillas y adorar. Ante su epifanía, el esplendor de su gloria, y conscientes de nuestra nada, sobrecogidos, fascinados y aterrados, nos postramos reconociendo humildemente su majestad divina.
¡Pidamos hoy al Señor con la intercesión de María que muestra el Niño Jesús a los magos, que seamos auténticos peregrinos de la Verdad, que tengamos el valor de salir a buscarla y que la sepamos reconocer cuando se nos manifieste y caer de rodillas en adoraración!
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