sábado, 23 de junio de 2012

Para salir de la crisis es necesario cambiar el estilo de vida



Mensaje de las Iglesias a los ciudadanos europeos en la situación actual de crisis económica

Los participantes delante de la Torre de Belém (Lisboa) 
                Del 5 al 8 de junio se celebró en Lisboa, Portugal, el III Fórum Católico-Ortodoxo con el tema: “La crisis económica y la pobreza. Desafíos para la Europa de hoy”. El Fórum es una iniciativa del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa en unión con los patriarcados de las Iglesias ortodoxas, que reúne cada dos años a representantes y delegados de estas Iglesias para debatir sobre temas de actualidad y promover un testimonio común de los valores del evangelio en la sociedad europea. La de Lisboa ha sido la tercera reunión; en las dos anteriores se abordaron los temas de la familia (Trento, Italia, 11-14 de diciembre de 2008) y de las relaciones Iglesia-Estado (Rodas, Grecia, 18-22 de octubre de 2010).

                Tuve la suerte de participar como delegado de la Conferencia Episcopal Española en esta última reunión de Lisboa. Ha sido una experiencia muy enriquecedora, con días de intenso intercambio, trabajo y debate entre hermanos en la fe de unas Iglesias que aun no están unidas como quiere el Señor, pero que se esfuerzan por recorrer el difícil camino hacia la unidad y por dar un testimonio común del evangelio. Fruto de este encuentro ha sido el mensaje final. Quiero compartir con los lectores de este blog este mensaje y añadir algunas consideraciones que me surgen a partir de él.

(Texto original: francés)

Mensaje aprobado por los participantes
en el III Fórum Católico-Ortodoxo

Lisboa, 5-8 de junio de 2012


El cardenal patriarca de Lisboa con a su derecha el
metropolita Gennadios y a su izquierda el cardenal Erdô
1.       El III Fórum Católico-Ortodoxo se ha celebrado en Lisboa, Portugal, del 5 al 8 de junio de 2012, sobre el tema “La crisis económica y la pobreza. Desafíos para la Europa de hoy”. El Fórum ha sido acogido por Su Eminencia el cardenal patriarca de Lisboa José da Cruz Policarpo. Los trabajos han sido copresididos por el cardenal Peter Erdö, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y el metropolita Gennadios de Sassima, del Patriarcado Ecuménico. Después de la experiencia positiva de los dos primeros Fórums Católico-Ortodoxos (Trento, Italia, 11-14 de diciembre de 2008 y Rodas, Grecia, 18-22 de octubre de 2010), los delegados de las Conferencias Episcopales Católicas de Europa y de las Iglesias Ortodoxas en Europa han debatido a la luz de la fe cristiana la cuestión de la crisis económica y de sus repercusiones en Europa.

Al finalizar este encuentro deseamos ofrecer nuestras reflexiones a los cristianos de nuestras Iglesias y a toda persona que comparta nuestras preocupaciones.

2.       Europa atraviesa hoy una crisis muy grave. Muchos europeos sufren directamente las consecuencias de esta crisis, especialmente el paro y la ausencia de perspectivas y de esperanza. Los europeos están preocupados en lo que se refiere a su futuro.
Nuestras Iglesias acogen y permanecen atentas a estos sufrimientos y preocupaciones. Ellas desean dirigir a sus fieles y a todos los europeos un mensaje de confianza y de esperanza. Debemos seguir confiando en la providencia divina y en nuestra capacidad de corregir los errores del pasado, y debemos también trazar las líneas de un futuro de justicia y de paz.

3.       A lo largo de su historia, Europa más de una vez ha enderezado el curso de su destino sobre la base del pensamiento y de la moral cristianos, presentes en la Biblia, la tradición patrística y monástica y en la doctrina social de la Iglesia, lo que constituye un tesoro que comparten todos sus pueblos.

4.       El mensaje de las Iglesias concierne al lugar y al papel de la persona humana en la creación, en la sociedad y, en especial, en la vida económica.
Las Iglesias cristianas enseñan que el hombre encuentra su plenitud en Dios su creador y salvador. Nada en este mundo puede satisfacer plenamente sus anhelos. Al utilizar los bienes de este mundo está llamado a descubrir el lazo que lo une, en comunión con el creador,  a los demás hombres.

5.       A causa de los efectos del proceso de secularización, muchos europeos se han distanciado de su relación constitutiva con Dios y han buscado un sentido para su vida tan solo dentro del horizonte mundano. Las ideologías materialistas y hedonistas les han propuesto unas visiones reductivas haciéndoles creer que la felicidad se podía conseguir a través de la acumulación de bienes, que la libertad consistía en la satisfacción de todos los deseos, y que la vida en sociedad podía resultar de la conjugación de todos los intereses privados.

Algunos de los delegados de las Iglesias ortodoxas
6.       Las Iglesias reconocen que la crisis que atravesamos no es solamente una crisis económica, es también una crisis moral y cultural, y más profundamente, una crisis antropológica y espiritual.
Si hemos llegado hasta aquí es porque las finanzas se han separado de la economía real y porque la economía se ha separado del control de la voluntad política, la cual se ha separado a su vez de la ética. Teniendo en cuenta nuestra experiencia de la presencia de Cristo vivo en la Iglesia, nosotros creemos que a través del retorno a Cristo, en la disponibilidad al Espíritu y a la fe cristiana, los hombres de hoy encontrarán una respuesta a sus aspiraciones más profundas.

7.       La sociedad debe ser organizada de tal modo que esté siempre al servicio del hombre y no al revés. El hombre es un ser social por naturaleza que se realiza en primer lugar en la familia. Rechazamos el individualismo que aísla a las personas, unas en relación con otras. Cada persona es un fin en sí misma, abierta al amor infinito de Dios, y nunca debe ser tratada como un objeto manipulable sujeta a los intereses de los más poderosos. Por su parte, los cristianos están dispuestos a colaborar con todos los hombres de buena voluntad de cara a una sociedad más justa y más humana.

8.       Si los europeos quieren salir de la crisis –en solidaridad con el resto de la humanidad- deben comprender que es necesario cambiar el estilo de vida. Para el creyente se trata de renovar una relación personal con el Dios trinitario que es comunión de amor, relación que va más allá de una simple doctrina o de un planteamiento ético. La crisis puede ser ocasión de una toma de conciencia saludable. Los europeos deben dar sentido a la actividad económica partiendo de una visión integral y no parcial de la persona humana y de su dignidad. Poniendo a la persona en su justo lugar, subordinando la economía a objetivos de desarrollo integral y de solidaridad, abriendo la cultura a la búsqueda de la verdad, dando su puesto a la sociedad civil y a la ingeniosidad de los ciudadanos que trabajan por el bienestar de sus contemporáneos, crearán las condiciones para que surja un nuevo tipo de relación con el dinero, la producción y el consumo. Es también lo que nos recuerda la tradición ascética cristiana del ayuno y el compartir. Las Iglesias hacen un llamamiento a los cristianos para que coordinen su servicio diaconal a nivel local y global con vistas a ayudar a las personas en situación de precariedad y a contribuir al desarrollo de una sociedad más equitativa.

9.       En este cambio necesario, una de las prioridades debe ser el trabajo. Es conveniente privilegiar las actividades que generan empleo. Cada persona debe poder vivir dignamente y desarrollarse gracias a su trabajo, y poder hacerse solidario con los demás. Todas las formas de corrupción y explotación han de ser eliminadas.

10.    El mercado no debe ser una fuerza anónima y ciega. Es el lugar en el que se intercambian bienes y servicios útiles para el desarrollo material, social y espiritual de las personas. El mercado pide ser regulado en función del desarrollo integral de la persona.

Algunos de los delegados de la Iglesia Católica
11.    Ya no es posible seguir derrochando los recursos de la creación, contaminando el medio ambiente en el que vivimos, como lo hacemos ahora. La vocación del hombre es la de ser guardián de la creación no su depredador. Tenemos que hacernos conscientes hoy de la deuda que tenemos con las generaciones futuras a las que no podemos entregar un medio ambiente degradado e inhabitable. En nuestro mundo globalizado la mano que rige la vida de los pueblos no debe ser la mano invisible del egoísmo individual y colectivo, sino una política de control y de transparencia de las decisiones de los actores sociales y de los Estados.

12.    Deseamos dirigir una palabra de aliento a los Gobiernos nacionales y a los responsables de las instituciones europeas en sus esfuerzos por encontrar una vía justa y equitativa para salir de la crisis económica y financiera, con una atención especial para los países con más dificultades.

13.    Nos dirigimos sobre todo al único agente de cambio capaz de hacer evolucionar nuestras sociedades hacia un nuevo estilo de vida: el ciudadano de nuestros países europeos. Si él entiende la necesidad vital de un cambio en relación a sus hábitos de consumo, sus representantes en las instancias parlamentarias lo seguirán, la industria se adaptará a estas nuevas opciones, la educación enseñará un nuevo modelo de ciudadanía, más sobrio y más solidario con los pobres. En fin, el hombre europeo encontrará la alegría de reavivar sus raíces cristianas y de cultivar la dimensión espiritual de su ser, la única capaz de satisfacer la búsqueda de felicidad y de sentido.

Algunas consideraciones a partir del mensaje

Cabo da Roca (Sintra). El punto más
occidental del continente europeo

  • ·      El beato Juan Pablo II, refiriéndose a la separación entre la Iglesia Católica y las Iglesias Orientales surgida a raíz del Gran Cisma de 1054 y a la necesidad de superarla, utilizaba frecuentemente la bella y significativa comparación de los dos pulmones de la Iglesia. Le gustaba decir que la Iglesia y Europa tenían que volver a respirar con sus dos pulmones. Cuando nos juntamos con nuestros hermanos de los patriarcados ortodoxos para tratar algún tema, percibimos la verdad de estas palabras del papa polaco. Se abordan las cuestiones de una forma diferente, con más amplitud y diversidad de aproximaciones, juntando perspectivas distintas, una occidental más pragmática, cristológica y jurídica, y otra oriental más pneumatológica, filosófica y espiritual. Esto hace que el mansaje que la Iglesia puede ofrecer a nuestra sociedad europea en esta hora difícil sea mucho significativo y fecundo, y que apele al alma profunda de este viejo continente que va ‘desde el Atlántico hasta los Urales’, como también amaba repetir el papa eslavo. En el encuentro del Fórum en Portugal, en los confines del viejo mundo, tratando el tema de la crisis económica y de la pobreza, percibimos esto con mucha claridad mientras debatíamos si hacer referencia explícita a Jesucristo como único salvador en el mensaje final o limitarnos a una perspectiva ética de la ley natural aplicable a todos, creyentes y no creyentes; si partir de un texto bíblico o no; si invitar a la conversión o hablar de las estructuras que deben cambiar... Esta constatación nos debería impulsar a todos a caminar con más empeño hacia la unidad de las Iglesias, al darnos cuenta que nuestra vida eclesial y nuestra misión está de momento ‘a medio gas’.

Entrada al Convento de los Capuchinos en la Sierra de
Sintra (siglo XVI). Un lugar de vida sobria, solidaria y
 respetuosa con la naturaleza
  • ·         Al abordar la crisis económica y la pobreza en Europa, las Iglesias, solidarizándose con los que lo están pasando muy mal y pidiendo a los fieles que ejerzan con vigor la diaconía de la caridad, describen la situación también como oportunidad y desafío, como un reto que nos invita a cambios profundos. La crisis puede ser ocasión para volver a una forma de vida más auténtica, para recuperar valores que hemos perdido, para volver a poner a la persona en el centro, por encima de la economía y de los mercados. La afirmación central del mensaje es que para salir de la crisis es necesario un cambio de estilo de vida. Tenemos que vivir de un modo mucho más sobrio, más solidario, más respetuoso con la naturaleza. Solo así tendremos futuro y podremos ofrecer una Europa habitable y digna a las nuevas generaciones.

  • ·         Es muy significativo que los representantes de las Iglesias dirijan su mensaje en primer lugar ‘al ciudadano de nuestros países europeos’, no a los políticos ni a la instituciones, ya que se le considera como “el único agente de cambio capaz de hacer evolucionar nuestras sociedades hacia un nuevo estilo de vida”. En contra de lo que muchas veces se piensa de que son los mercados y los ‘poderes fácticos’ los que determinan la vida de las personas, este mensaje apela a la responsabilidad personal del ciudadano europeo, llamado a ser el verdadero protagonista de su destino. Si él cambia, cambiará la política, cambiará la educación y cambiará la industria. Las Iglesias nos invitan a tomar las riendas de nuestra vida y de nuestro futuro y a construir una Europa mejor sin hacer dejación de nuestra responsabilidad.

2 comentarios:

  1. Esta crisis es la oportunidad de cambiar. De volverse a los valores que ponen al hombre y no la economía en el centro. Valores que nos hacen solidarios con los que menos tienen, y que ayudan al desarrollo digno de todos. Valores que ponen a la economía al servicio de la persona.

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  2. En mi opinión, como persona creyente que ama a la Iglesia y la reconoce como madre, creo que la Iglesia debería mojarse y condenar públicamente el capitalismo, que es un sistema perverso en el que no es el hombre (y mucho menos Dios) lo que está en el centro, sino solamente el dinero. El capitalismo es la visión del mundo y del ser humano más alejada del plan de Dios y de los valores evangélicos que existe, y no hace más que perpetuar la injusticia. Es eficiente, sí, crea riqueza, es cierto, pero al mismo tiempo que genera pobreza y que aumenta las injusticias del mundo. Y hablamos ya no a nivel regional o nacional sino a nivel mundial. Se genera riqueza en los países del primer mundo a costa de seguir empobreciendo a los países del tercer mundo(como se viene haciendo desde hace siglos). No olvidemos nunca que es gracias a que hemos quitado el pan de la boca de otros, y a que hemos desvestido a otros, que tenemos este bienestar en Europa. Ningún cristiano puede en conciencia votar a ningún partido de derechas pro-capital, porque significa no mostrar ningún amor por los hermanos inocentes que sufren las injusticias de este mundo, que sufren el pecado de otros -lejos y a menudo no tan lejos-. Hasta la cooperación internacional supone 'poner parches' a un sistema perverso e injusto, y además, perpetuarlo.
    ¡Qué distinta es la forma de pensar de quien puede llenar su estómago a diario y de quien ve a sus hijos pasar hambre! ¡Qué distinto se puede llegar a ver el mundo!
    Creo que si las personas de la Iglesia con autoridad (insisto, la Iglesia mi madre) estuvieran más cerca de Dios y tuvieran dentro de ellos el amor de Dios y el Espíritu Santo, estarían más cerca de los pobres y pondrían los medios para cambiar esta situación (que pueden perfectamente) y no se limitarían a 'poner parches'. No se puede servir a dos señores. No se puede servir a Dios y al dinero.
    Salir de esta crisis moral que ha generado la crisis económica debido a la avaricia del hombre (alimentada por el capitalismo), pasa para el cristiano del primer mundo por salir de su butaca de comodidad y mirar de verdad, con la mirada de Dios, a los pobres de este mundo como hermanos.

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