martes, 27 de noviembre de 2012

Santa Catalina de Alejandría, modelo de firmeza en la fe para tiempos de relativismo



Homilía Domingo 25 de noviembre de 2012
XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo B)
Solemnidad de Jesucristo, rey del universo
Santa Catalina de Alejandría, titular de la parroquia

Santa Catalina de Alejandría (Sig. XVII)
Monsaterio de Santa Catalina
Monte Sinaí (Egipto)
            En la tradición oriental Santa Catalina de Alejandría es venerada como ‘megalomártir’, la ‘gran mártir’, la insigne testigo de la verdad, ya que la raíz griega de la palabra ‘mártir’ significa ‘testigo’ y el prefijo ‘mega’ indica ‘grande’. Catalina con su vida y sobre todo con su muerte dio testimonio de la verdad, del Señor, y mostró que nada está por encima de él. Que, puestos a elegir entre Jesucristo y el emperador hay que elegir a Jesucristo por mucho que cueste, aunque sea a precio de la muerte, ya que el Señor la ha vencido. Por eso también se la venera como sabia, patrona de los filósofos. Poseía la sabiduría de la cruz de la que habla san Pablo; esa sabiduría que reconoce que la cruz del Señor es una victoria y que participar en los sufrimientos de Cristo, ‘completando en nuestra carne lo que falta a su pasión’, es una gran gracia y el camino seguro para llegar a la resurrección. Catalina fue también según la tradición una mujer valiente, llena de fortaleza para aguantar los tomentos a los que la sometían quienes querían que abandonase la verdad que ella había conocido y abrazado.

annusfidei.va
La fe de santa Catalina contrasta mucho con la nuestra, la que vivimos en nuestra cultura tan marcada por la ‘dictadura del relativismo’ de la que hablaba el entonces cardenal Ratzinger al empezar el cónclave que le elegiría papa. Ella nos puede enseñar mucho en estos tiempos de crisis de fe, de ‘fe débil’, de una fe que con frecuencia cede ante la ‘dictadura del relativismo’ que tilda de fanática una fe firme que reconoce una verdad definitiva que vale para todos. El Año de la fe convocado por el papa, y la Misión Madrid que nos propone nuestro obispo diocesano, quieren ser una respuesta de la Iglesia a esta situación difícil que se vive sobre todo en los países de antigua cristiandad como el nuestro, donde los obispos han señalado que ha tenido lugar una ‘apostasía silenciosa de la fe’. El Año de la fe y la Misión Madrid pretenden ser una invitación a que fortalezcamos nuestra fe y demos testimonio de ella ante el mundo, promoviendo así una nueva evangelización. El papa en la Carta Apostólica Porta fidei con la que convoca el Año de la fe nos sugiere como fortalecerla: redescubriendo y rehaciendo el camino que nos has llevado a la fe y reflexionando sobre ella, como acto de confianza en Dios y como contenidos que confesamos como verdaderos.

misionmadrid.es
            En el evangelio de hoy vemos como Jesús reconoce ante el escéptico Pilato que es rey, pero que su reino no es de este mundo, no está al mismo nivel que los reinos y gobiernos temporales, es de un orden distinto, de un orden ligado a la verdad: “Tú los dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Jesús da testimonio de la verdad con su vida, sus enseñanzas, sus milagros, y sobre todo con su muerte y resurrección; por eso decimos que es el primero de los mártires, el primer testigo de la verdad en sentido pleno. Su vida es la encarnación de la verdad; él mismo es la verdad. De ahí que los que ‘son de la verdad’, los que la buscan con corazón sincero, escuchan su voz, son atraídos por él. Benedicto XVI repite muchas veces que la verdad no es una serie de conceptos o preposiciones, es una Persona, es Jesucristo. Encontrarnos con él, nos lleva a reconocerle como único Señor, único rey, muy por encima de todo lo demás, y a dar testimonio de esta verdad ante el mundo, sabiendo que todos los enemigos ya han sido vencidos aunque esto aún no se perciba claramente.

Jesucristo, señor de la historia
Fray Angélico (1447)
Catedral de Orvieto (Italia)
            La solemnidad que hoy celebramos de Jesucristo, rey del Universo, quiere exhortarnos a esto. Cuando Pío XI instituyó esta fiesta en 1925 lo hizo con la intención de que se reconociese ‘la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones’, y en la oración colecta de la misa se rezaba para que ‘todos los pueblos se sometiesen al suavísimo imperio del Hijo de Dios’. Esto a veces ha llevado a interpretaciones sesgadas, como si la Iglesia reclamara el derecho de mandar sobre gobiernos e instituciones seculares. Pero esto evidentemente no puede ser así. Sabemos lo que dice Jesús en el evangelio de ‘dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, y también sabemos lo que afirmó el Concilio Vaticano II sobre la ‘justa autonomía de las realidades temporales’. Es verdad que a veces pueden surgir conflictos cuando uno de los dos órdenes quiere invadir el terreno del otro, por ejemplo, cuando la religión quiere someter el orden temporal a sus dictámenes, o al contrario, que es lo que suele pasar más hoy en Occidente, cuando las autoridades políticas pretenden intervenir sobre asuntos que pertenecen al ámbito la fe, que no es solo un ámbito privado, sino que tiene también su dimensión pública. En estos casos, como nos enseña santa Catalina, tiene que prevalecer la verdad y debemos dar testimonio valiente de ella.

Fuente imagen: gloria.tv
Esto es lo que implica reconocer a Cristo como rey. Este es el verdadero significado de lo que decían los mártires españoles de la persecución religiosa del siglo pasado cuando morían con el grito “Viva Cristo Rey” en los labios. Reconocer a Cristo como rey significa habernos encontrado con él como ‘camino, verdad y vida’, y dar testimonio de ello. ¡Que nuestra santa, la gran mártir Catalina de Alejandría, nos mueva con su ejemplo a ello y con su intercesión nos ayude a tener una fe más firme en estos tiempos de relativismo!

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