Homilía
Domingo 9 de junio de 2013
X
Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)
Memoria
de san Efrén, diácono y doctor de la Iglesia
Conversión de San Pablo Caravaggio (1600-1601) Iglesia de Santa Maria del Popolo, Roma (Italia) |
Una de las afirmaciones más citadas
de Benedicto XVI, hoy papa emérito, quizás la que más, la encontramos en el
primer capítulo de su primera encíclica Dios
es amor (Deus caritas est): "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da
un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva". Lo que
de verdad cuenta en una vida cristiana, lo que de verdad nos hace cristianos, es
encontrarnos con Cristo, un encuentro que todo lo cambia. Este encuentro puede
tener lugar de diferentes modos, en distintos lugares y tiempos: en la soledad
de una habitación, en una celebración litúrgica, en un retiro, en un gran
evento eclesial como la Jornada Mundial de la Juventud, en contacto con la
naturaleza... Sin embargo, hay algunos elementos que suelen estar siempre
presentes en estas experiencias y que nos ayudan a discernirlas: acontecen en
relación directa o indirecta con la Iglesia que es mediadora del encuentro con
Cristo y con frecuencia tienen lugar en una situación que el psicólogo y filósofo
existencialista alemán Karl Jaspers llama ‘situación límite’, es decir, en una
situación que empuja hacia un cambio, de desafío, a veces de desesperación en
la que no se ve una salida, o en la que no se encuentra un sentido, o de gran
búsqueda interior, y que se resuelve a través de una ruptura inesperada con lo
que había antes, con la aparición de un nuevo sentido y de una nueva realidad.
Muchos de nosotros hemos experimentado esto en un momento dado de nuestra vida
en relación con Cristo, y es lo que hace que estemos aquí hoy en esta
celebración litúrgica para renovar esta experiencia y nuestra alianza con el
Señor que de ella surge.
En el
evangelio y en la segunda lectura de hoy se hace mención de dos de estas experiencias
de
encuentro con el Señor que todo lo cambian. En el evangelio, Jesús se topa
con un cortejo fúnebre que va saliendo por la puerta de la pequeña ciudad de Naín
llevando un ataúd con el cuerpo de un muchacho, hijo único de una madre viuda.
Jesús, al ver a la madre, se conmueve, siente lástima, se acerca, y le dice:
“no llores”. La viuda se encuentra con el único que puede cambiar su suerte,
con el que es más fuerte que la muerte, con el que tiene poder de resucitar. El
milagro que hace Jesús es signo y anticipo de la su victoria definitiva sobre
el pecado y la muerte, del reino de Dios que con él se inaugura. ¡Cuántas veces
en mi vida sacerdotal he experimentado con gran sorpresa este poder del Señor
que sale al encuentro de quien esté desesperanzado, del enfermo incurable, de la
persona a la que se le ha muerto un ser querido, y todo lo cambia, haciendo
surgir un nuevo sentido y un nuevo horizonte donde antes había solo dolor y
muerte! Decía un conocido padre espiritual jesuita que los sacerdotes nunca
podemos tirar la toalla ante cualquier situación por desesperada que parezca,
porque el Señor todo lo puede. El encuentro con Cristo hace que se viva la
enfermedad y la muerte de un modo distinto, incluso como una bendición. Hace
unos días, al celebrar el XXV aniversario de mi sacerdocio, me llegó una carta
de un compañero que también celebraba esos días lo mismo. A él le habían diagnosticado
un cáncer y nos invitaba a dar gracias a Dios con él por su sacerdocio, pero
también por su enfermedad que consideraba “una caricia de Dios”. Los que se han
encontrado con Cristo muerto y resucitado pueden realmente hacer suyas las
palabras del salmista con las que acabamos de rezar: “cambiaste mi luto en
danzas”.
Fuente de la imagen: aleteia.org |
En la
segunda lectura de la Carta de san Pablo a los Gálatas tenemos una de esas
frecuentes referencias que hace el apóstol al acontecimiento de Damasco, a su
encuentro con Cristo camino de esa ciudad, a la que iba para perseguir a los cristianos.
Un encuentro que supuso un cambio radical en su vida, tanto externamente, de
perseguidor de la Iglesia a apóstol, como interior, de fariseo que se salva por
las obras, a cristiano que se salva por la fe. En el texto de la Carta a los
Gálatas, Pablo describe esta experiencia como una “revelación del Hijo en él”:
“Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su
gracia se dignó revelar a su Hijo en mi, para que yo lo anunciara a los
gentiles...”. Este acontecimiento hace entender al apóstol el significado de aquel
Cristo a quien perseguía; le hace comprender que Cristo murió por él, que en
Cristo se le perdonan los pecados, que la salvación que tanto anhelaba depende
de la fe en el crucificado-resucitado y no en el cumplimiento de la Ley. De ahí nace casi por
consecuencia lógica su misión a los gentiles, a los no judíos, ya que la obra
de Cristo es también para ellos, como había establecido Dios en su designio
eterno. Este ‘insight’ de Pablo
camino de Damasco, esta revelación que recibe, es para él es tan fundamental que no permite a nadie ponerla en discusión; para Pablo el evangelio de la
gracia que predica es de origen divino y quienquiera que enseñe otra cosa ‘sea
anatema’. A nadie, ni a Pedro, le consiente menoscabar la libertad que tenemos
en Cristo.
A la luz de estos dos encuentros con
Cristo que nos presenta la Liturgia de la Palabra de este X
Domingo del Tiempo
Ordinario, podemos hacer memoria y renovar los nuestros. Cada Eucaristía que
celebramos es una nueva ocasión para encontrarnos con él, ya que se hace realmente
presente y re-actualizamos su entrega por nosotros en la cruz que todo lo
cambia.
Fuente de la imagen: aciprensa.com |
Hacemos hoy también memoria de san
Efrén, gran padre de la Iglesia de Siria, gran cantor de las maravillas de
Dios, “arpa del Espíritu Santo” se le llamaba. Era diácono y se sentía indigno
de ser sacerdote; las veces que el pueblo intentaba conseguir ordenarlo presbítero u
obispo se fingía loco para evitarlo. Pedimos hoy de un modo especial por su
tierra y las Iglesias y comunidades cristianas que en ella peregrinan en estos
momentos muy difíciles para ese país.
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