Homilía
Domingo 22 de septiembre de 2013
XXV
Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)
San
Mateo, apóstol y evangelista
Lo más conveniente
a la hora de hacer una homilía es hablar de las lecturas del día, de la Palabra
de
Dios que nos ha sido proclamada y que siempre ilumina nuestra vida, nuestra
autocomprensión y nuestra historia; nos hace entender las cosas de un modo
nuevo. Sin embargo, hoy es conveniente hacer una excepción por varias razones
relacionadas con el evangelio del día y sobre todo con el papa Francisco y la
fiesta de san Mateo que celebrábamos ayer. El evangelio está relacionado con el
que escucharemos el próximo domingo del pobre Lázaro y podremos entonces con
más detenimiento reflexionar sobre las riquezas y el uso que hacemos de ellas;
si las compartimos, si las usamos astutamente para ganarnos el cielo. Sin
embargo, este jueves se hizo pública una importante y larga entrevista que
concedió el papa al director de una emblemática revista de los jesuitas -La Civiltà cattolica- y que salió simultáneamente
en varias publicaciones de la Compañía de Jesús. En ella Francisco habla de varios temas de actualidad pero
también de su vida interior y de su vocación, que él interpreta a la luz de la
vocación de san Mateo. De ahí lo que decía antes de que la palabra de Dios alumbra
nuestra historia personal y nos la hace ver con más profundidad. Debido a esta
providencial coincidencia entre la entrevista del papa y la fiesta de ayer de
san Mateo, quisiera hoy reflexionar especialmente sobre el papa Francisco, su
vocación, y la vocación de todos nosotros, que tiene que ver con nuestro propio
autoconcepto, como diríamos los psicólogos, con el modo en el que nos comprendemos
a nosotros mismos.
Rostro de la imagen de la Divina Misericordia |
En efecto, la
primera pregunta que le hace el periodista en esta entrevista al papa es la siguiente:
¿Quién es Jorge María Bergoglio? Y el papa contesta de primeras: “Soy un
pecador”. Después, profundizando en ello, menciona la vocación de san Mateo y su
lema episcopal: miseranda atque eligendo.
Ya Francisco cuando era aun arzobispo de Buenos Aires había hablado de lo
importante que había sido en su vida una confesión que hizo un 21 de septiembre
en su parroquia porteña con un sacerdote que no conocía, teniendo él entonces 17
años. Salió de esa confesión hace hoy 60 años con la certeza de que debía
ser sacerdote. Se sintió mirado con
misericordia por el Señor y elegido.
Escudo episcopal del entonces cardenal Jorge María Bergoglio |
El papa
interpretó esta experiencia de perdón sacramental a la luz de un texto de san
Beda el Venerable que, comentando el relato evangélico de la vocación del
apóstol, dice: “Jesús vio un publicano, y mirándolo con amor (miserando), y eligiéndolo (atque eligendo), le dijo: ‘Sígueme’”.
Así se sintió Jorge María Bergoglio en aquella ocasión: mirando con misericordia
por el Señor y elegido no obstante su pecado. De ahí sacó su lema episcopal que
ha vuelto a elegir como papa: miserando atque eligendo, que marca tanto su vida personal como su apostolado, que
interpreta como hacer sentir también a los demás esta misericordia y elección,
no excluyendo a nadie.
Creo que esto
nos puede ayudar espiritualmente a todos. Si nos preguntara un periodista a uno
de nosotros: “¿Quién eres tú?”, por ejemplo, ¿qué le diríamos? Creo que
hablaríamos primero de nuestras dotes físicas e intelectuales, de nuestro
trabajo, de nuestro recorrido vital, de lo que hemos hecho en la vida, de las
relaciones que tenemos... Creo que pocos de nosotros haríamos referencia desde
el principio a la relación con el Señor como lo más importante para nosotros,
quizás por pudor pero también por no considerarla tan esencial para saber quien
somos. El papa Francisco en cambio siente que ser un pecador mirado con misericordia
y elegido por el Señor es lo mas definitorio de su persona, lo que le
identifica. ¡Qué importante es que los cristianos aprendamos a pensarnos en referencia
al Señor y no solo a partir de criterios mundanos! Nuestra relación con Dios,
sentirnos sus amigos íntimos, amados y elegidos por él, debe ser para nosotros lo que nos describe mejor. Otras cosas como nuestro estatus social, el
dinero que tenemos en el banco, el trabajo que hacemos, las relaciones
sociales, etc., deben venir después. Un cristiano que no se entiende a sí mismo a partir del Señor sino de las cosas mundanas, no se conoce realmente y fácilmente se engaña y decepciona.
En la misma entrevista el papa dice que cuando iba a Roma se
alojaba con frecuencia en una
residencia sacerdotal que está en Vía della Scrofa, cerca de la Iglesia de
San Luigi dei Francesi, donde se encuentra
un celebérrimo cuadro de Caravaggio que representa la vocación de san Mateo.
Con frecuencia iba a contemplarlo viéndose reflejado en él. Se fijaba en el
dedo del Señor que señala y en el joven reclinado sobre sus monedas que parece
decir: “¡No, no quiero! ¡Estas monedas son mías! El joven siente la llamada del
Señor pero sigue aferrado a su dinero.
La vocación de San Mateo (Caravaggio, 1599-1600) Explicación del lienzo en Patio de los Gentiles |
Este aferrarnos al dinero y del buen uso
que debemos hacer de
él nos habla el evangelio de hoy y del próximo domingo. La parábola del administrador
injusto nos choca porque no entendemos como el amo pueda felicitar a su
empleado por una conducta que aunque astuta es claramente inicua. Algunos
estudiosos dicen que no es así; que en esos tiempos en Palestina, en el recibo
que se daba al deudor, se apuntaba tanto la cantidad realmente prestada como los
intereses debidos como una única cantidad, y lo que hizo el administrador fue
reducir estos intereses, cosa que era de su competencia. El evangelista le
llama ‘injusto’ no por esta conducta que es solo astuta para poder hacerse amigos,
sino por lo que hizo anteriormente como administrador. Sea como fuere, lo verdaderamente
fundamental es aprender a usar con diligencia el dinero que tenemos, muchas
veces "injusto" porque forma parte de un entramado de injusticia y de pecado,
para ganarnos el cielo. Sin embargo, debemos reconocer también que muchas veces
aun habiendo sentido el amor del Señor, su llamada, su mirada de misericordia,
su elección a ser su amigo, seguimos agarrados al dinero como el chico del
cuadro de Caravaggio; intentamos servir esos dos dueños que Jesús y al experiencia
nos dice que son incompatibles. “Si se elige la vía del dinero, al
final serás un corrupto”, dijo el papa también en esta intensa semana.
Detalle del cuadro |
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