Homilía en la boda
de Pablo Cantero y Alba Reyes
Pastrana (Guadalajara), 6 de septiembre 2014
Iglesia Colegiata de Nuestra Señora de Asunción
Cantar de los Cantares 2, 8-17: «Mi amado es mío
y yo soy suya»
Salmo 116: «Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante»
Efesios 4, 1-6: «esforzándoos en mantener la unidad… con el
vínculo de la paz»
Juan 17, 20-26: «que ellos también sean uno en
nosotros para que el mundo crea»
Queridos Pablo y Alba:
Me
gustaría hablaros con el corazón hoy del matrimonio cristiano, más exactamente del
Vista de Pastrana |
De
por sí el matrimonio no es algo específicamente cristiano, sino que es una
realidad humana, que forma parte del orden natural, del «orden de la creación», diríamos con un lenguaje más teológico. Dios ha creado al hombre varón y mujer
y ha inscrito en su ser, en su cuerpo y su alma, la vocación, la llamada al amor, a casarse, a fundar
una familia, por eso en el primer relato de la creación que encontramos en el
primer libro de la Biblia se afirma: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a
imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó». Y en el segundo relato de la
creación, en el mismo libro del Génesis se añade: «por eso abandonará el varón
a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos serán una sola
carne». En el ser mismo del hombre, de todo hombre y mujer, de ti Pablo y de ti
Alba, está inscrita esta vocación, este anhelo al matrimonio, a crear una familia.
Un deseo que nos mueve, nos hace peregrinar en busca de este amor, de la
belleza, como muchas veces me has contado, Pablo, desde que nos conocimos en
las Jornadas Mundiales de la Juventud de Colonia.
Pero
entonces, ¿qué añade al matrimonio natural la dimensión cristiana? ¿Qué es lo
específico del matrimonio cristiano? ¿Qué es lo que lo caracteriza, que lo hace
tal? Un principio fundamental del cristianismo que nunca debemos olvidar es que
lo cristiano no quita nada a lo que es auténticamente humano, ni lo elimina,
sino que lo supone, como diría santo Tomás de Aquino; más aún, lo asume, lo purifica
y lo eleva a un nuevo horizonte, a significar una realidad nueva, trascendente.
Estas tres acciones son fundamentales para entender lo que aporta el
cristianismo a cualquier realidad humana: asumir, purificar, elevar.
Aplicando esto, el matrimonio
entre cristianos no es algo totalmente nuevo que no existía antes, sino que es
el mismo matrimonio natural, con sus características propias de exclusividad, fidelidad,
fecundidad. La primera lectura que habéis elegido y proclamado juntos, Pablo y
Alba, tomada del Cantar de los Cantares, refleja esa experiencia humana tan
arrebatadora del enamoramiento, del eros,
que forma parte del amor esponsal verdadero. Este libro bíblico es un canto a
la belleza del amor, que tanto nos fascina: «Habla mi amado y me dice: “Levántate,
amada mía, hermosa mía y vente”... Mi amado es mío y yo soy suya».
Pablo y Alba entrando en el comedor |
Sin
embargo, el cristianismo no solo asume lo humano sino que también lo purifica
de esas impurezas que se adhieren a causa de nuestro pecado. Jesús habla en el
evangelio de la dureza del corazón que motivó que Moisés permitiera el repudio.
¿Cómo no reconocer que nuestro amor muchas veces es frágil, miedoso, egoísta, posesivo,
inmaduro? También la belleza de la pasión que canta el Cantar de los Cantares puede
pervertirse a causa de esa inclinación al mal que todos llevamos dentro. El matrimonio
entre cristianos exige que permanezcamos siempre en un camino de purificación,
de conversión, de ir venciendo el pecado para ser nuevas criaturas capaces de
amar como Cristo nos enseñó. Esto lo podremos hacer en la medida en que nos
mantengamos unidos a Él ya que por nuestras solas fuerzas no podemos.
En la segunda
lectura que habéis elegido de la Carta a los Efesios se habla de este esfuerzo
de purificación necesario para que vuestro amor sea cada vez más auténtico y
liberador, haciéndoos crecer como personas y cristianos. El apóstol Pablo os
exhorta en el texto que habéis escogido a «sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en
mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz». La vida cristiana si
es auténtica tiene su parte de esfuerzo, de penitencia, de cruz, ya que bien conocemos
la fuerza del pecado que habita en nosotros.
Y finalmente,
el cristianismo eleva la realidad humana a una nueva dimensión. El matrimonio
Jornada Mundial de la Juventud de Colonia (2005) Pablo es el séptimo empezando por la derecha |
entre cristianos es sacramento, es signo e instrumento del amor de Dios para la
humanidad, de Cristo para la Iglesia. Lo significa y lo hace presente. Es decir,
que el matrimonio cristiano está llamado a hacer presente en este mundo el amor
de Dios. Esta es la verdadera misión del matrimonio entre cristianos. Para que
este mundo en el que existe tanta maldad, tanto egoísmo, tanta desunión y
guerra, pueda creer en Dios, en su amor, es necesario el testimonio de matrimonios
verdaderamente cristianos. Es lo que pedía Jesús en la oración sacerdotal que
encontramos en el evangelio de Juan y que hemos escuchado hace poco: «como tú, Padre,
en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo
crea que tú me ha enviado».
Convento del Carmen de Pastrana Fundado por santa Teresa de Jesús |
El cristiano
es el que ha conocido el amor de Dios, que se ha encontrado en su vida con el
Señor, con su amor misericordioso y se ha sentido salvado, «liberado de los
lazos del abismo», de las «redes del muerte», como dice el salmista, y que
ahora «alza la copa de salvación para dar gracias al Señor», y se siente llamado
a dar testimonio de este amor en el mundo también a través de su matrimonio.
Queridos
Pablo y Alba, nos encontramos en este bello lugar, en esta villa ducal de Pastrana que conserva la memoria del paso de santa Teresa de Jesús y de san
Juan de la Cruz, en esta hermosa Iglesia Colegiata de Nuestra Señora de la
Asunción. Aquí delante del presbiterio una cofradía local ha colocado una bella
talla de la Virgen de la Almudena, patrona de diócesis de Madrid. Os
encomendamos a María, a nuestra Madre del cielo, para que interceda a su Hijo por
vosotros, para que no os falte nunca el vino bueno del amor. También en el
retablo detrás del altar mayor están representadas algunas de la mujeres
cristianas valientes de los primeros siglos de la Iglesia, entre ellas la
patrona de nuestra parroquia, santa Catalina de Alejandría. A ella también os
encomendamos para que vuestro amor sea fuerte y valiente y venza los engaños
del mundo. ¡Que así sea!