Homilía en la Misa de inicio de Año 2024
de la Hermandad De Ntra. Sra. Del Rocío de Bruselas
y nombramiento como Hermano Honorario de D. Juan
Manuel Moreno Bonilla, Presidente de la Junta de Andalucía y Vicepresidente del
Comité Europeo de las Regiones y Ciudades-
Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias del Sablon
Bruselas 31 de enero de 2024, Memoria de San Juan
Bosco
Estimadas autoridades, queridos rocieros y devotos de la Virgen del Rocío, queridos amigos:
Nos reunimos aquí hoy en esta hermosa Iglesia de Nuestra Señora del Sablon de Bruselas para empezar un nuevo año, celebrar el 24 aniversario de la nominación de la Hermandad del Rocío de Bruselas como tal por la Hermandad Matriz de Almonte y de una forma muy especial para nombrar como Hermano Honorario a Don Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía y Vicepresidente del Comité Europeo de las Regiones y Ciudades, que nos honra con su presencia aquí esta tarde.
Mi tarea como sacerdote en esta celebración es sobre todo anunciar
la buena noticia del evangelio, de ese Dios que se hace hombre en el
vientre de María santísima para vivir una vida como la nuestra y rescatarnos
por su amor del sin-sentido, del miedo, del pecado y de la muerte, de todo eso
que nos impide vivir nuestra vida como Dios la había pensado y soñado para
nosotros.
Me voy a ceñir a la celebración de hoy y a las lecturas que
acabamos de escuchar. Hoy es el 31de enero y la Iglesia recuerda un gran
santo italiano, San Juan Bosco, fundador de los salesianos y gran
apóstol de los jóvenes. En la Turín del siglo XIX, marcada por los
cambios políticos, la industrialización, la urbanización y la presencia de
masas de jóvenes y niños pobres y explotados, supo darse cuenta de ello, supo
mirar con los ojos y el corazón de Dios, discernir los signos de los tiempos, como
dice el Concilio y el Papa Francisco, y se puso manos a la obra desarrollando
una propuesta educativa que vendría a llamarse “sistema preventivo”,
basada en mostrar a los jóvenes la belleza de las virtudes.
Las lecturas de hoy hacen referencia a distintos aspectos de
la vida de Don Bosco. La primera lectura nos señala tres
características del santo: su alegría, su enseñanza sobre las
virtudes y su ejemplo. Así san Pablo en esta hermosa carta que a los
Filipenses dice: ‘Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad
alegres”. San Juan Bosco era un hombre alegre, pero no de una alegría
superficial que no tomara en serio el gran sufrimiento que existía a su
alrededor, sino de una alegría que viene de estar unido al Señor. El apóstol
mismo así lo indica diciendo que hay que estar alegres “en el Señor”. El
motivo de nuestra alegría no es que la cosas nos vayan bien según los criterios
del mundo, sino la fuente de nuestra alegría es la unión con el Seños, una
unión que nada ni nadie nos puede quitar. “Nada nos separará del amor de Dios”
dice Pablo en otra de sus cartas. Pablo
también nos invita a tener en cuenta “todo lo que es verdadero, noble y
justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito”. Es lo que hizo
Don Bosco con los jóvenes, mostrarles la belleza de las virtudes, de una vida buena.
Por último, Pablo invita a los Filipenses a seguir su ejemplo: “Y lo que
aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra”. Esto es
lo que hizo también Don Bosco como todos los santos, enseñar más con el ejemplo
que con la palabra. Hoy también, como decía el Papa Pablo VI, ‘el mundo necesita
de testigos más que de maestros’.
El Salmo nos habla de la ternura: “Como un padre siente
ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce
nuestra masa, se acuerda de que somos barro”. Esta también era la actitud de
Don Bosco con sus jóvenes, la ternura y la compasión. Solo así podía ayudarlos.
El sentir ternura y compasión por nuestro prójimo, sobre todo cuando lo
está pasando mal, como hace el buen samaritano en la parábola, es “tener los mismos
sentimientos de Jesús”, es parte de nuestra identidad cristiana y quizás
también humana, porque la fraternidad humana es una llamada para todo
ser humano.
Para comentar el evangelio que nos habla del cariño y
aprecio que Jesús tenía por los niños, permitidme una pequeña nota personal.
Yo tuve la suerte de conocer a un gran santo, ‘andaluz de adopción’, de nuestros
tiempos, al hermano Adrian del Cerro, “el limosnero de Dios”, recientemente
declarado también venerable. Venía con frecuencia a mi parroquia de Madrid por
tener familia en el barrio. Nació en Toledo, pero vivió la mayor parte de su
vida en Jerez de la Frontera donde era muy amado y donde murió en 2015.
Entró en la Orden de los Hospitalarios y se dedicó en el Hospital de la Orden
en Jerez a atender a los niños afectados de poliomielitis y tuberculosis, para
los que pedía limosna por toda la ciudad. Bastaba verlo cuando venía por mi
parroquia para darse cuenta de su entrega y alegría profunda y contagiosa, de
su sencillez, de su mirar con el corazón de Dios y darse cuenta del sufrimiento
a su alrededor y ponerse enseguida manos a la obra para ayudar.
Queridos hermanos y hermanas: Don Bosco tenía una devoción especial
a la Virgen, Él la veneraba en espacial como María Auxiliadora de los
Cristianos, la Madre que ha estado siempre cerca de su pueblo en momentos
difíciles prestando su auxilio. La devoción a María Auxiliadora es parte central
del carisma de los salesianos. También nosotros aquí tenemos una especial
devoción a María, a la Virgen del Rocío, a la Blanca Paloma, a la “sin pecado”.
María es la que nos lleva a Jesús, la que nos cuida y protege, la que nos
enseña a vivir el evangelio, la Reina de nuestras vidas y de nuestras tierras.
El Papa San Juan Pablo II dijo de España que era “la tierra de María”. A
ella nos encomendamos hoy. Le encomendamos el país que nos acoge, Bélgica, pero
también España, el país de muchos de nosotros, que atraviesa por momentos difíciles
y confusos. A la Blanca Paloma encomendamos también la Hermandad del Rocío de
Bruselas y la Hermandad Matriz de Almonte. De un modo especial hoy, a Maria, la
Virgen del Rocío, queremos encomendar al nuevo hermano honorario de la
hermandad de Bruselas, Don Juan Manuel Moreno Bonilla. ¡Qué la Virgen del Rocío
nos cuide a todos nosotros!
¡Viva la Virgen del Rocío!
¡ Viva la Blanca Paloma!
¡Viva la Madre de Dios!
¡Amén!
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